Benjamin en Portbou

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Ópera en versión semiescenificada en dos actos.

 

Benjamin a Portbou es una ópera encargo del Gran Teatre del Liceu al maestro Antoni Ros-Marbà. Escrita en dos a actos y 13 escenas a partir del libreto de Anthony Carroll Madigan, está centrada en la vida del filósofo y crítico literario Walter Benjamin. 

 

Ros-Marbà hace de la composición un pilar indispensable de su vida; de hecho, componía antes de dirigir. Pensar sobre la música y analizarla es un todo, ya sea ante una orquesta o sobre el papel pautado con lápiz: hay que crear el sonido. Las composiciones son un diálogo con el entorno y fruto de la impronta del momento vivido: se convierten en una zambullida en espacios trascendentes llenos de rasgos biográficos y personales de los que no se puede huir. 

 

Para Ros-Marbà, escribir esta ópera era como una asignatura pendiente en su larga trayectoria musical. El libreto de la ópera, escrito por el erudito Tony Madigan, es una obra de arte, de un lenguaje literario que pide ser musicado y escenificado, y por los conocimientos que el autor tenía de la vida y obra de Walter Benjamin (Berlín, 1892 – Portbou, 1940).

 

Benjamin nace en el seno de una familia judía y estudia en las universidades de Berlín, Friburgo y Múnich, donde toma parte en los movimientos de estudiantes antibelicistas. El año 1915, entabla amistad con Gerschom Scholem, estudioso de mística hebrea, y el 1918, en Berna, con Ernst Bloch, el teorizador de la utopía. El año 1917 se casa con Dora Sophie Pollack y, acabada la guerra, vuelve a Berlín donde escribe Crítica de la violencia y La tarea del traductor. 

 

El 1923, en Frankfurt, entabla amistad con Theodor W. Adorno y Gretel Karplus, su esposa, con quienes mantendrá a lo largo de los años una nutrida correspondencia, pero la amistad con Bertolt Brecht será una de las más sólidas. Con el advenimiento del nazismo en 1933 tiene que expatriarse, primero a Ibiza y después a París. Seguidamente, a Svendborg (Dinamarca) —junto a Brecht—, y seguidamente a San Remo. Cuando estalla la guerra, rechaza la invitación de Adorno de trasladarse a California, alegando que “en Europa quedan posiciones por defender”, y es internado durante tres meses en el campo de Nevers, hasta que le llega el salvoconducto que le ha obtenido Horkheimer para trasladarse a Estados Unidos. 

 

Durante estos meses trabaja en las “Tesis sobre la filosofía de la historia”, 1940. Desposeído de la ciudadanía alemana desde febrero de 1939 y sin el permiso de salida de Francia —los alemanes avanzan por territorio francés— busca la libertad cruzando a pie los Pirineos con un grupo de refugiados, pero en Portbou les espera el destino que les amenaza de entregarlos a la Gestapo. En la noche del 26 de septiembre se envenena con una dosis letal de morfina en un pequeño hotel fronterizo en Portbou, y muere, como si hubiera perdido la partida, en la madrugada del día siguiente, salvando así, a los compañeros de exilio. Sus restos descansan en el cementerio de Portbou. 

 

Escribió una carta de despedida para que fuera entregada a Adorno: “En una situación sin salida, no tengo ninguna otra elección que acabar. Es en un pequeño pueblo del Pirineo donde nadie me conoce que mi vida se agota... Os ruego que hagáis llegar mis pensamientos a mi amigo Adorno y le contéis la situación a la que me he visto obligado. No tengo tiempo para escribir todas las cartas que habría querido.” 

 

Una propuesta semiescénica firmada por Playmodes, el estudio de investigación audiovisual de las tierras gerundenses, que con su trabajo creativo, inmersivo, mapeo de proyección, iluminación, escenografía digital y diseño de sonido, nos ayudará a explicar visualmente la historia del último capítulo de este ilustre filósofo, crítico literario, traductor y ensayista; idealista sensible y luchador en la persecución de una Europa libre, pero a la vez víctima de un mundo que lo asediaba con hostilidad.

Programa y reparto

Duración aproximada - 2h

 

WALTER BENJAMIN: Peter Tantsits 

HANNAH ARENDT: Marta Valero

DORA POLLACK BENJAMIN: Marta Infante

GERHARD SCHOLEM: Joan Martín-Royo

ERNST SCHOEN: Pau Armengol

THE ANGELUS NOVUS: Serena Sáenz

ASJA LACIS: Elena Copons

BERTOLT BRECHT: David Alegret

 

DIRECCIÓN DE ESCENA: Anna Ponces

ESCENOGRAFÍA E ILUMINACIÓN: Playmodes Studio y Andreu Fàbregas

PRODUCCIÓN - Gran Teatre del Liceu

CORO DEL GRAN TEATRE DEL LICEU (PABLO ASSANTE, DIRECTOR)

ORQUESTA SINFÓNICA DEL GRAN TEATRE DEL LICEU

DIRECTOR : Antoni Ros-Marbà

Gran Teatre del Liceu

El Gran Teatre del Liceu, creado en 1847 en la Rambla de Barcelona, es un teatro de ópera que a lo largo de los años ha mantenido su función de centro cultural y artístico. Es uno de los símbolos de la ciudad.

Actualmente es un teatro de titularidad pública (Generalitat de Catalunya, Ayuntamiento de Barcelona, Diputación de Barcelona y Ministerio de Educación, Cultura y Deporte) administrado por la Fundación del Gran Teatre del Liceu, que incorpora, además de las citadas instituciones, el Consejo de Mecenazgo y la Sociedad del Gran Teatre del Liceu.

Los orígenes. Del 1837 al 1847

El Liceu tiene su origen en la Sociedad Dramática de Aficionados, creada en 1837 en el antiguo Convento de Montsió por unos miembros de la Milicia Nacional, organización de ciudadanos armados de la época de signo liberal, bajo la iniciativa de Manuel Gibert.
La necesidad de crear un conservatorio de música en una Barcelona en plena expansión económica y demográfica pronto propició (1838) su conversión en el Liceo Filarmónico Dramático Barcelonés de S. M. la Reina Isabel II, que añadía al cultivo del teatro el del canto y la música a la italiana.
 

El edificio de la Rambla

El éxito del Liceo Filarmónico, junto con la voluntad de un grupo de destacados miembros de la burguesía barcelonesa dirigido por Joaquim de Gispert i d’Anglí, llevaron a la construcción de un nuevo y ambicioso teatro, digno de la importancia de la ciudad, que ha perdurado a lo largo de más de un siglo y medio, en el solar del antiguo Convento de los trinitarios de la Rambla.
El primer edificio, inaugurado solemnemente el 4 de abril de 1847, fue construido según los planos del arquitecto Miquel Garriga i Roca, pronto ayudado por Josep Oriol Mestres. El proyecto se financió mediante acciones mercantiles —que comportaban la propiedad privada de buena parte de los palcos y las butacas del futuro teatro— que dieron lugar a la Sociedad del Gran Teatre del Liceu, llamada «Sociedad de Propietarios», la cual, desde 1855, se convirtió en responsable única del Gran Teatre del Liceu al separarse jurídicamente del Conservatorio del Liceu.
La explotación del Teatro fue confiada desde un principio a empresas concesionarias de los espectáculos, que tenían la obligación de ofrecer un número determinado de representaciones, recibiendo, a cambio, los ingresos por la venta de las localidades no adscritas a la Sociedad.
Esta situación perduró hasta 1980.
 

La creación del Consorcio

El régimen económico que regía el Liceu se mostró inviable a partir del último cuarto del siglo XX. En 1980, el primer gobierno de la Generalitat de Catalunya, ante el peligro de desaparición de una institución del prestigio cultural internacional del Liceu, crea, junto con el Ayuntamiento de Barcelona y la Sociedad del Gran Teatre del Liceu, a las que se sumarían posteriormente la Diputación de Barcelona y el Ministerio de Cultura (1985 y 1986), el Consorcio del Gran Teatre del Liceu, que se hizo cargo de su gestión y explotación.
 

El incendio de 1994 y la construcción del edificio actual

El incendio del 31 de enero de 1994, que destruyó la sala y el escenario, causó un impacto emocional extraordinario en la sociedad catalana y replanteó de modo radical la propia existencia del Teatro. A fin de poder reconstruir, mejorar y ampliar este emblemático edificio, se hizo necesario un nuevo enfoque jurídico con miras a su titularidad pública: se creó la Fundación del Gran Teatre del Liceu (1994), y la Sociedad del Gran Teatre del Liceu hizo la cesión de la propiedad al Consorci del Gran Teatre del Liceu, integrado exclusivamente por las administraciones públicas  (cesión ratificada en 1997).
A partir del preexistente proyecto de Reforma y Ampliación de Ignasi de Solà-Morales (de 1986, al que se sumaron en 1988 Xavier Fabré y Lluís Dilmé), se realizó la reconstrucción, y el nuevo Liceu —con una apariencia fiel al anterior pero dotado de una infraestructura técnica muy avanzada y ampliado con los solares vecinos de la Rambla, calle Sant Pau y calle Unió — abrió sus puertas el 7 de octubre de 1999.

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