Lohengrin

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Marzo 2025
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Ópera romántica en tres actos.

Nueva producción del Liceu firmada por Katharina Wagner

 

Acusada de matar a su hermano, el heredero del ducado de Brabante, Elsa, en sus tribulaciones, pide justicia y ser defendida por un hombre que solo ha visto en sus sueños. En la persecución de este ideal, contra pronóstico, él aparece, conducido por un cisne, acepta el reto, pero con la condición de que nunca le pregunte sobre su origen ni su nombre.

 

Cronológicamente, Lohengrin se sitúa en el centro de la carrera de Richard Wagner, tanto temática como artísticamente. Wagner tenía 37 años cuando puso la doble barra final de Lohengrin: una ópera romántica con una música altamente magnética. El libreto, de cosecha propia, es una personal reimaginación romántica de una leyenda medieval. Basado en una serie de fuentes: la anónima épica alemana del siglo XIII Lohengrin y el romance Parzival de Wolfram von Eschenbach (1160–1220), Wagner sitúa temas que van desde la espiritual (el papel de lo divino en vidas humanas) a la política (construcción del concepto de nación en tiempo de transición y migración), pasando por la profundamente personal (la centralidad del misterio de la atracción erótica). 

 

Por esta amplia convergencia de asuntos, el propio compositor crea una partitura colosal, impresionando en su riqueza de temas y texturas, teatralmente muy efectiva, que ha sido considerada la mejor puerta de acceso a su trabajo y también la obra que representa los primeros posos en su concepto de drama musical: leitmotivs, orquesta más suntuosa... 

 

Logro supremo del Romanticismo: incluye la música más etérea del propio Wagner (el Preludio, el sueño de Elsa y la narración final del propio Lohengrin). En oposición a estos pasajes, encontramos música de cariz militar como las “fanfares” del acto I y III, la música de celebración de boda y la invocación a los dioses paganos de Ortrud. 

 

El corazón manifiesta emociones que van desde la expresión de esperanza a los temores humanos más profundos. Lohengrin es, pues, una alegoría al nacimiento de una conciencia comunitaria de despertar y esperanza. 

 

La enorme obra maestra de Wagner vuelve triunfalmente al escenario del Gran Teatre del Liceu en una nueva producción firmada por Katharina Wagner (biznieta del compositor y directora del Festival de Bayreuth). Habrá sido un debut en Barcelona muy esperado, más aún teniendo en cuenta que fue el primer título en ser cancelado cuando el mundo entró en pandemia. Con esta ópera simbólica —también la primera del compositor alemán que se estrenó en Barcelona en 1882— Katharina Wagner revela una puesta en escena atmosférica, con un estimulante estilo visual, una aguda visión dramática y un concepto dramatúrgico sorpresivo. 

 

Un paisaje de invierno. Tres mundos enfrentados a modo de cubos suspendidos en el aire. Y, en el centro, el héroe sin origen conocido y con un único destino: salvar a los desvalidos, víctimas de la injusticia. Como Elsa, destinada a ser la esposa del caballero proveniente de Monsalvat. El desvelo de su identidad provocará la caída de los hombres del Brabante, a pesar de la emergencia de un orden nuevo. 

 

Con el director musical Josep Pons en el podio para dirigir a un excelente reparto que incluye a Klaus Florian Vogt, uno de los tenores más aclamados del mundo como especialista en el repertorio wagneriano en el papel principal del misterioso caballero del cisne; Elisabeth Teige, auténtica reina del Festival de Bayreuth con papeles como Sieglinde, Elisabeth o Senta y aquí la duquesa Elsa, falsamente acusada de asesinato, e Irene Therin, quien después de las exitosas apariciones en el Liceu como Isolde, Turandot... regresa ahora como la astuta Ortrud. 

 

Después de los éxitos con Der Ring des Nibelungen, Tristan und Isolde y Parsifal, Josep Pons vuelve a enfrontarse desde el foso a una ópera de Richard Wagner.

 

 - Estreno absoluto: 28/08/1850 en el Großherzogliches Hoftheater de Weimar.

 - Estreno en Barcelona: 17/05/1882 en el Teatre Principal.

 - Estreno en el Gran Teatre del Liceu: 06/03/1883.

 - Última representación en el Liceu: 05/09/2012.

 - Total de representaciones en el Liceu: 242.

Programa y reparto

Duración aproximada - 4h 30min

 

HEINRICH: Günther Groissböck

LOHENGRIN: Klaus Florian Vogt

ELSA VON BRABANT: Elisabeth Teige

FRIEDRICH VON TELRAMUND: Olafur Sigurdarson

ORTRUD: Iréne Theorin 

HERALDO: Roman Trekel

NOBLE: Jorge Rodríguez Norton

NOBLE: Gerardo López 

NOBLE: Ferran Albrich

NOBLE: Marc Pujol

 

DIRECCIÓN DE ESCENA: Katharina Wagner

ESCENOGRAFÍA: Marc Löhrer

VESTUARIO: Thomas Kaiser

ILUMINACIÓN: Peter Younes

DRAMATURGIA: Daniel Weber

PRODUCCIÓN - Gran Teatre del Liceu

CORO DEL GRAN TEATRE DEL LICEU (PABLO ASSANTE, DIRECTOR)

ORQUESTA SINFÓNICA DEL GRAN TEATRE DEL LICEU

DIRECTOR: Josep Pons

Gran Teatre del Liceu

El Gran Teatre del Liceu, creado en 1847 en la Rambla de Barcelona, es un teatro de ópera que a lo largo de los años ha mantenido su función de centro cultural y artístico. Es uno de los símbolos de la ciudad.

Actualmente es un teatro de titularidad pública (Generalitat de Catalunya, Ayuntamiento de Barcelona, Diputación de Barcelona y Ministerio de Educación, Cultura y Deporte) administrado por la Fundación del Gran Teatre del Liceu, que incorpora, además de las citadas instituciones, el Consejo de Mecenazgo y la Sociedad del Gran Teatre del Liceu.

Los orígenes. Del 1837 al 1847

El Liceu tiene su origen en la Sociedad Dramática de Aficionados, creada en 1837 en el antiguo Convento de Montsió por unos miembros de la Milicia Nacional, organización de ciudadanos armados de la época de signo liberal, bajo la iniciativa de Manuel Gibert.
La necesidad de crear un conservatorio de música en una Barcelona en plena expansión económica y demográfica pronto propició (1838) su conversión en el Liceo Filarmónico Dramático Barcelonés de S. M. la Reina Isabel II, que añadía al cultivo del teatro el del canto y la música a la italiana.
 

El edificio de la Rambla

El éxito del Liceo Filarmónico, junto con la voluntad de un grupo de destacados miembros de la burguesía barcelonesa dirigido por Joaquim de Gispert i d’Anglí, llevaron a la construcción de un nuevo y ambicioso teatro, digno de la importancia de la ciudad, que ha perdurado a lo largo de más de un siglo y medio, en el solar del antiguo Convento de los trinitarios de la Rambla.
El primer edificio, inaugurado solemnemente el 4 de abril de 1847, fue construido según los planos del arquitecto Miquel Garriga i Roca, pronto ayudado por Josep Oriol Mestres. El proyecto se financió mediante acciones mercantiles —que comportaban la propiedad privada de buena parte de los palcos y las butacas del futuro teatro— que dieron lugar a la Sociedad del Gran Teatre del Liceu, llamada «Sociedad de Propietarios», la cual, desde 1855, se convirtió en responsable única del Gran Teatre del Liceu al separarse jurídicamente del Conservatorio del Liceu.
La explotación del Teatro fue confiada desde un principio a empresas concesionarias de los espectáculos, que tenían la obligación de ofrecer un número determinado de representaciones, recibiendo, a cambio, los ingresos por la venta de las localidades no adscritas a la Sociedad.
Esta situación perduró hasta 1980.
 

La creación del Consorcio

El régimen económico que regía el Liceu se mostró inviable a partir del último cuarto del siglo XX. En 1980, el primer gobierno de la Generalitat de Catalunya, ante el peligro de desaparición de una institución del prestigio cultural internacional del Liceu, crea, junto con el Ayuntamiento de Barcelona y la Sociedad del Gran Teatre del Liceu, a las que se sumarían posteriormente la Diputación de Barcelona y el Ministerio de Cultura (1985 y 1986), el Consorcio del Gran Teatre del Liceu, que se hizo cargo de su gestión y explotación.
 

El incendio de 1994 y la construcción del edificio actual

El incendio del 31 de enero de 1994, que destruyó la sala y el escenario, causó un impacto emocional extraordinario en la sociedad catalana y replanteó de modo radical la propia existencia del Teatro. A fin de poder reconstruir, mejorar y ampliar este emblemático edificio, se hizo necesario un nuevo enfoque jurídico con miras a su titularidad pública: se creó la Fundación del Gran Teatre del Liceu (1994), y la Sociedad del Gran Teatre del Liceu hizo la cesión de la propiedad al Consorci del Gran Teatre del Liceu, integrado exclusivamente por las administraciones públicas  (cesión ratificada en 1997).
A partir del preexistente proyecto de Reforma y Ampliación de Ignasi de Solà-Morales (de 1986, al que se sumaron en 1988 Xavier Fabré y Lluís Dilmé), se realizó la reconstrucción, y el nuevo Liceu —con una apariencia fiel al anterior pero dotado de una infraestructura técnica muy avanzada y ampliado con los solares vecinos de la Rambla, calle Sant Pau y calle Unió — abrió sus puertas el 7 de octubre de 1999.

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