Orfeo y Eurídice (versión de concierto)

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Argumento

 

Acto I

Un coro de ninfas y pastores se unen a Orfeo alrededor de la tumba de su esposa Eurídice en un solemne coro de luto. Desesperado, llora la muerte de Eurídice y sólo es capaz de murmurar el nombre de Eurídice (Coro y Orfeo: Ah, se intorno/Ah! Dans ce bois). Orfeo aleja al resto y canta su dolor en el aria Chiamo il mio ben/Objet de mon amour, los tres versos están precedidos por expresivos recitativos. Esta técnica era extremadamente radical en la época y de hecho lo demostró para aquellos que le siguieron inmediatamente: Mozart eligió conservar la unidad del aria. Ante los lamentos e imprecaciones de Orfeo, los dioses a través de Amore (Cupido) le permiten descender al Hades para rescatarla, pero con la única condición de no mirarla hasta estar bajo los rayos del sol (sólo 1774: aria de Amour, Si les doux accords). como forma de animarlo, Amore informa a Orfeo que su actual sufrimiento durará poco con el aria Gli sguardi trattieni/Soumis au silence. Orfeo decide emprender la búsqueda. Sólo en la versión de 1774 canta una ariette (L'espoir renaît dans mon âme) en el más antiguo, vistoso, estilo italiano, originariamente compuesto para un entretenimiento ocasional, Il Parnaso confuso (1765), y posteriormente reutilizado en otro, Le feste d'Apollo (1769).

 

Acto II

En un paisaje rocoso, Orfeo es recibido en los infiernos por las amenazantes Furias, y el canto de Cerbero, su guardián canino (Chi mai dell’Erebo/Quel est l’audacieux). El coro de las furias es uno de los pasajes corales más representativos de la época, «Chi mai dell'Erebo». Cuando Orfeo, acompañado por su lira (representada en la ópera por unarpa), ruega piedad en el aria Deh placatevi con me/Laissez-vous toucher, se ve interrumpido al principio por gritos diciendo No! por parte de las Furias, pero al final se ven suavizadas por la dulzura de su canto en las arias Mille pene/Ah! La flamme y Men tiranne/La tendresse, y le dejan entrar (Ah, quale incognito affetto/Quels chants doux). En la versión de 1774, la escena acaba con la Danza de las Furias (n.º 28).

La segunda escena se abre en el Elíseo. El breve ballet de 1762 se convirtió en la Danza de los espíritus felices, de cuatro movimientos (con una parte destacada para solo deflauta) en 1774. A esto le siguió (sólo en 1774) un solo que celebra la felicidad en la bendición eterna (Cet asile), cantada bien por un Espíritu anónimo o por Eurídice, y repetida por el coro. Orfeo llega y se maravilla de la pureza del aire en un (Che puro ciel/Quel nouveau ciel). Pero no puede deleitarse en la belleza de lo que le rodea, pues Eurídice no está todavía con él. Implora a los espíritus que la lleven consigo, lo que ellos hacen (Coro: Torna, o bella/Près du tendre objet).

 

Acto III

Orfeo y Eurídice emprenden el camino de regreso al mundo de los vivos. Eurídice está encantada de regresar a la Tierra, pero Orfeo, recordando la condición impuesta por Amore en el Acto I, la suelta de la mano y rechaza mirarla, sin explicarle a ella. Ella no comprende su acción y se lo reprocha, pero él debe sufrir en silencio (dúo: Vieni, appaga il tuo consorte/Viens, suis un époux). Eurídice toma esto como un signo de que él ya no la ama, y rechaza seguir adelante, concluyendo que la muerte sería preferible. Ella canta su dolor ante la supuesta infidelidad de Orfeo en el aria Che fiero momento/Fortune ennemie (en 1774, hay un breve dúo antes de la repetición). Incapaz de soportarlo más, Orfeo incumple la condición impuesta, girándose para mirar a Eurídice; nuevamente pierde a Eurídice. Desconsolado, el héroe llora lamentando la pérdida de su esposa en la famosa aria Che farò senza Euridice?/J’ai perdu mon Eurydice ("¿Qué haré sin Eurídice? / "He perdido a mi Eurídice"). Orfeo decide suicidarse para unirse a Eurídice en el Hades. Cupido, apiadado por su llanto, lo detiene (sólo en 1774, el tríoTendre Amour-"Tierno amor") y en recompensa por su amor constante, resucita a Eurídice. Finalmente ambos enamorados regresan a su patria donde son recibidos entre el alborozo general. Después de un ballet de cuatro movimientos, todos cantan en alabanza de Amore (Trionfi Amore). En la versión de 1774, el coro (L’Amour triomphe) precede al ballet, al que Gluck había añadido tres movimientos extra.

Programa y reparto

Gran Teatre del Liceu

El Gran Teatre del Liceu, creado en 1847 en la Rambla de Barcelona, es un teatro de ópera que a lo largo de los años ha mantenido su función de centro cultural y artístico. Es uno de los símbolos de la ciudad.

Actualmente es un teatro de titularidad pública (Generalitat de Catalunya, Ayuntamiento de Barcelona, Diputación de Barcelona y Ministerio de Educación, Cultura y Deporte) administrado por la Fundación del Gran Teatre del Liceu, que incorpora, además de las citadas instituciones, el Consejo de Mecenazgo y la Sociedad del Gran Teatre del Liceu.

Los orígenes. Del 1837 al 1847

El Liceu tiene su origen en la Sociedad Dramática de Aficionados, creada en 1837 en el antiguo Convento de Montsió por unos miembros de la Milicia Nacional, organización de ciudadanos armados de la época de signo liberal, bajo la iniciativa de Manuel Gibert.
La necesidad de crear un conservatorio de música en una Barcelona en plena expansión económica y demográfica pronto propició (1838) su conversión en el Liceo Filarmónico Dramático Barcelonés de S. M. la Reina Isabel II, que añadía al cultivo del teatro el del canto y la música a la italiana.
 

El edificio de la Rambla

El éxito del Liceo Filarmónico, junto con la voluntad de un grupo de destacados miembros de la burguesía barcelonesa dirigido por Joaquim de Gispert i d’Anglí, llevaron a la construcción de un nuevo y ambicioso teatro, digno de la importancia de la ciudad, que ha perdurado a lo largo de más de un siglo y medio, en el solar del antiguo Convento de los trinitarios de la Rambla.
El primer edificio, inaugurado solemnemente el 4 de abril de 1847, fue construido según los planos del arquitecto Miquel Garriga i Roca, pronto ayudado por Josep Oriol Mestres. El proyecto se financió mediante acciones mercantiles —que comportaban la propiedad privada de buena parte de los palcos y las butacas del futuro teatro— que dieron lugar a la Sociedad del Gran Teatre del Liceu, llamada «Sociedad de Propietarios», la cual, desde 1855, se convirtió en responsable única del Gran Teatre del Liceu al separarse jurídicamente del Conservatorio del Liceu.
La explotación del Teatro fue confiada desde un principio a empresas concesionarias de los espectáculos, que tenían la obligación de ofrecer un número determinado de representaciones, recibiendo, a cambio, los ingresos por la venta de las localidades no adscritas a la Sociedad.
Esta situación perduró hasta 1980.
 

La creación del Consorcio

El régimen económico que regía el Liceu se mostró inviable a partir del último cuarto del siglo XX. En 1980, el primer gobierno de la Generalitat de Catalunya, ante el peligro de desaparición de una institución del prestigio cultural internacional del Liceu, crea, junto con el Ayuntamiento de Barcelona y la Sociedad del Gran Teatre del Liceu, a las que se sumarían posteriormente la Diputación de Barcelona y el Ministerio de Cultura (1985 y 1986), el Consorcio del Gran Teatre del Liceu, que se hizo cargo de su gestión y explotación.
 

El incendio de 1994 y la construcción del edificio actual

El incendio del 31 de enero de 1994, que destruyó la sala y el escenario, causó un impacto emocional extraordinario en la sociedad catalana y replanteó de modo radical la propia existencia del Teatro. A fin de poder reconstruir, mejorar y ampliar este emblemático edificio, se hizo necesario un nuevo enfoque jurídico con miras a su titularidad pública: se creó la Fundación del Gran Teatre del Liceu (1994), y la Sociedad del Gran Teatre del Liceu hizo la cesión de la propiedad al Consorci del Gran Teatre del Liceu, integrado exclusivamente por las administraciones públicas  (cesión ratificada en 1997).
A partir del preexistente proyecto de Reforma y Ampliación de Ignasi de Solà-Morales (de 1986, al que se sumaron en 1988 Xavier Fabré y Lluís Dilmé), se realizó la reconstrucción, y el nuevo Liceu —con una apariencia fiel al anterior pero dotado de una infraestructura técnica muy avanzada y ampliado con los solares vecinos de la Rambla, calle Sant Pau y calle Unió — abrió sus puertas el 7 de octubre de 1999.

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