Rusalka
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Ópera en tres actos
Libreto de Jaroslav Kvapil basado en Undine de La Motte Fouqué, La sirenita de Hans Christian Andersen y la mitología eslava.
Cuando Dvorák regresó de sus viajes a América, en 1895, era un hombre diferente. Después de abandonar la sinfonía como género, dedicó la última década de su vida a dos exuberantes formas musicales, el poema sinfónico y la ópera.
Las obras resultantes, extraordinariamente poéticas, fueron el intento de Dvorák de llegar al corazón del espíritu checo, describiendo en la música y el teatro los relatos que tanto apreciaban sus compatriotas. Rusalka —fábula lírica en tres actos— fue estrenada en Praga en 1901 y es la ópera más conocida y querida —con La novia vendida de Smetana— del teatro lírico checo.
Dvorák ya había mostrado su interés por el folclore checo en un grupo de poemas sinfónicos inspirados en las baladas populares de Karel Jaromír Erben, y adoptó decididamente un libreto de Jaroslav Kvapil, centrado en una ondina —o espíritu de las aguas—, inspirado en la popular Undine (1811) de Friedrich de la Motte-Fouqué y también en La sirenita (1837) de Hans Christian Andersen.
Obra maestra de la lírica del Romanticismo, habla de la ondina que adopta naturaleza humana y paga cruelmente las consecuencias de ello.
Rusalka se enamora del príncipe que va a menudo a bañarse al lago, y pide a su padre, el genio de las aguas, que la ayude a convertirse en mujer. Para lograrlo, después del célebre “Canto a la luna”, se dirige a la bruja, y asume algunas condiciones humanas, aunque limitadas. El príncipe se enamora de ella de buenas a primeras, pero su mudez y aparente frialdad lo decepcionan y pronto dirige sus sentimientos hacia una princesa forastera, atractiva y cruel. Rusalka tiene que regresar a su medio —sin ser ahora ni humana ni espíritu del agua—, y es condenada a llevar a los hombres a la muerte. El príncipe, arrepentido, regresa y le pide un último beso, aunque sabe que le costará la vida, y muere feliz en sus brazos.
Musicalmente muy bella, con una cierta influencia wagneriana (especialmente la Tetralogia), recoge además con refinamiento las melodías tradicionales en sus baladas, canciones y danzas, y expresa con los coros de ninfas y ondinas una visión ideal y romantizada de la naturaleza.
Asmik Grigorian y Piotr Beczala serán los protagonistas de estas funciones de esta nueva producción entre el Gran Teatre del Liceu, la Säschsische Staatsoper de Dresde, el Teatro Comunale de Bolonia, el Teatro Real y el Palacio de las Artes de Valencia.
Propuesta sutil y psicológica firmada por Christof Loy, Rusalka es una metáfora sobre las dificultades de comunicarse entre dos mundos. Ambientada en el vestíbulo de un teatro, donde la protagonista está paralizada y lleva muletas, está rodeada de personajes que viven de sus recuerdos, y quiere marcharse para descubrir otras formas de entender la realidad. Un concepto que configura un marco fuerte para las interacciones entre los protagonistas de esta maravillosa historia donde los anhelos ocultos y los instintos más oscuros se hacen visibles.
"Pero una sirena no tiene lágrimas y, por lo tanto, sufre mucho más."
Hans Christian Andersen
"El agua anónima sabe todos mis secretos. El mismo recuerdo surge de todas las fuentes"
Gaston Bachelard, El agua y los sueños
- Estreno absoluto: 31/03/1901 en el Teatro Nacional de Praga.
- Estreno en Barcelona: 21/02/1924 en el Gran Teatre del Liceu.
- Última representación en el Liceu: 14/01/2013.
- Total de representaciones en el Liceu: 14.
Programa y reparto
Duración aproximada - 3h 30min
PRÍNCIPE: Piotr Beczała | 22, 25, 28 de junio y 1, 4 y 7 de julio
PRÍNCIPE: Ryan Capozzo | 6 de julio
PRINCESA EXTRANJERA: Karita Mattila
RUSALKA: Asmik Grigorian | 22, 25, 28 de junio y 1, 4 y 7 de julio
RUSALKA: Vanessa Goikoetxea | 6 de julio
VODNIK, GENIO DE LAS AGUAS: Alexandros Stavrakakis
JEŽIBABA, LA BRUJA: Okka von der Damerau
HAJNY, GUARDABOSQUES: Manel Esteve
KUCHTÍK, PINCHE DE COCINA: Laura Orueta
LOVEC, EL CAZADOR: David Oller
PRIMERA NINFA: Juliette Aleksanyan
SEGUNDA NINFA: Laura Fleur
TERCERA NIMFA: Alyona Abramova
DIRECCIÓ DE ESCENA: Christof Loy
COREOGRAFÍA: Klevis Elmazaj
ESCENOGRAFÍA: Johannes Leiacker
VESTUARIO: Ursula Renzenbrink
PRODUCCIÓN - Gran Teatre del Liceu, Teatro Real (Madrid), Staatsoper Dresde y Palau de les Arts (València)
CORO DEL GRAN TEATRE DEL LICEU (PABLO ASSANTE, DIRECTOR)
ORQUESTA SINFÓNICA DEL GRAN TEATRE DEL LICEU
DIRECTOR: Josep Pons
Gran Teatre del Liceu
El Gran Teatre del Liceu, creado en 1847 en la Rambla de Barcelona, es un teatro de ópera que a lo largo de los años ha mantenido su función de centro cultural y artístico. Es uno de los símbolos de la ciudad.
Actualmente es un teatro de titularidad pública (Generalitat de Catalunya, Ayuntamiento de Barcelona, Diputación de Barcelona y Ministerio de Educación, Cultura y Deporte) administrado por la Fundación del Gran Teatre del Liceu, que incorpora, además de las citadas instituciones, el Consejo de Mecenazgo y la Sociedad del Gran Teatre del Liceu.
Los orígenes. Del 1837 al 1847
El Liceu tiene su origen en la Sociedad Dramática de Aficionados, creada en 1837 en el antiguo Convento de Montsió por unos miembros de la Milicia Nacional, organización de ciudadanos armados de la época de signo liberal, bajo la iniciativa de Manuel Gibert.
La necesidad de crear un conservatorio de música en una Barcelona en plena expansión económica y demográfica pronto propició (1838) su conversión en el Liceo Filarmónico Dramático Barcelonés de S. M. la Reina Isabel II, que añadía al cultivo del teatro el del canto y la música a la italiana.
El edificio de la Rambla
El éxito del Liceo Filarmónico, junto con la voluntad de un grupo de destacados miembros de la burguesía barcelonesa dirigido por Joaquim de Gispert i d’Anglí, llevaron a la construcción de un nuevo y ambicioso teatro, digno de la importancia de la ciudad, que ha perdurado a lo largo de más de un siglo y medio, en el solar del antiguo Convento de los trinitarios de la Rambla.
El primer edificio, inaugurado solemnemente el 4 de abril de 1847, fue construido según los planos del arquitecto Miquel Garriga i Roca, pronto ayudado por Josep Oriol Mestres. El proyecto se financió mediante acciones mercantiles —que comportaban la propiedad privada de buena parte de los palcos y las butacas del futuro teatro— que dieron lugar a la Sociedad del Gran Teatre del Liceu, llamada «Sociedad de Propietarios», la cual, desde 1855, se convirtió en responsable única del Gran Teatre del Liceu al separarse jurídicamente del Conservatorio del Liceu.
La explotación del Teatro fue confiada desde un principio a empresas concesionarias de los espectáculos, que tenían la obligación de ofrecer un número determinado de representaciones, recibiendo, a cambio, los ingresos por la venta de las localidades no adscritas a la Sociedad.
Esta situación perduró hasta 1980.
La creación del Consorcio
El régimen económico que regía el Liceu se mostró inviable a partir del último cuarto del siglo XX. En 1980, el primer gobierno de la Generalitat de Catalunya, ante el peligro de desaparición de una institución del prestigio cultural internacional del Liceu, crea, junto con el Ayuntamiento de Barcelona y la Sociedad del Gran Teatre del Liceu, a las que se sumarían posteriormente la Diputación de Barcelona y el Ministerio de Cultura (1985 y 1986), el Consorcio del Gran Teatre del Liceu, que se hizo cargo de su gestión y explotación.
El incendio de 1994 y la construcción del edificio actual
El incendio del 31 de enero de 1994, que destruyó la sala y el escenario, causó un impacto emocional extraordinario en la sociedad catalana y replanteó de modo radical la propia existencia del Teatro. A fin de poder reconstruir, mejorar y ampliar este emblemático edificio, se hizo necesario un nuevo enfoque jurídico con miras a su titularidad pública: se creó la Fundación del Gran Teatre del Liceu (1994), y la Sociedad del Gran Teatre del Liceu hizo la cesión de la propiedad al Consorci del Gran Teatre del Liceu, integrado exclusivamente por las administraciones públicas (cesión ratificada en 1997).
A partir del preexistente proyecto de Reforma y Ampliación de Ignasi de Solà-Morales (de 1986, al que se sumaron en 1988 Xavier Fabré y Lluís Dilmé), se realizó la reconstrucción, y el nuevo Liceu —con una apariencia fiel al anterior pero dotado de una infraestructura técnica muy avanzada y ampliado con los solares vecinos de la Rambla, calle Sant Pau y calle Unió — abrió sus puertas el 7 de octubre de 1999.